Babor y estribor

Uno de los principales problemas de la navegación nocturna es la seguridad. No ver un barco puede ser fatal, y distancias que en tierra son extensas, en la mar parecen hacerse más pequeñas, pues cuando se está en rumbo de colisión, no siempre se alcanza a reaccionar y las naves irremediablemente chocan.

Para evitar esto, de forma muy temprana las embarcaciones adoptaron luces para advertir su presencia en el océano, y con el auge del vapor en el siglo XIX, los barcos no tardaron en incorporar luces reglamentarias, como la de color verde para la banda de estribor, y roja para la de babor, así, si en el horizonte se ve una luz verde, sabemos que el barco avanza de izquierda a derecha, por lo que si la distancia no es mucha, se debe gobernar a babor y dejar pasar claro a quien tenemos al frente.

Como una manera de que los navegantes recordaran estas sencillas reglas, existen unos populares versos atribuidos al poeta inglés Thomas Gray (1716-1771) y que explican claramente cómo debe obrar el timonel al avistar las luces de posición en la noche; estos versos, naturalmente, han sido adaptados al castellano e incorporando algunos propios de la navegación a vapor:

Si ambas luces de un vapor ,
por la proa has avistado,
debes caer a estribor,
dejando ver tu encarnado.

Si da verde con el verde,
o encarnado con su igual,
entonces nada se pierde,
siga a rumbo cada cual.

Si a estribor ves colorado,
debes con cuidado obrar,
cae a uno u otro lado,
para, o manda ciar.

Si acaso por tu babor,
la verde se deja ver,
sigue avante, ojo avizor,
débese el otro mover.

Buque que a otro alcanza,
gobernará sin tardanza.

Entre un vapor y un velero
maniobra siempre el primero.

Está siempre vigilante,
y ten presente además,
si hay peligro por delante,
modera, para o da atrás.

Estos fanales de posición, pertenecieron al acorazado "Almirante Latorre", probablemente una de las naves más célebres de la marina chilena; el verde fue fabricado por William Harvey, de Glasgow, Escocia y desde el puente, indicaron en las oscuras noches, que el gallardo "Latorre" se encontraba en navegación.


Fanal de babor, vista frontal y posterior con rieles para lámpara de aceite.


Placa del fabricante del fanal verde de estribor.





La gorra del comandante Felipe Wiegand

El reglamento de uniformes de 1902 para los oficiales de la Armada de Chile fue el que de cierto modo configuró las actuales prendas en uso en la Armada, aún cuando con el tiempo se eliminaron las vistosas casacas, charreteras y sombreros apuntados o bicornios.

Dicho reglamento disponía de una lista casi interminable de prendas, contándose muchas de ellas en colores azul marino y blanco, como dormanes, chalecos, pantalones y por supuesto, la gorra.

La gorra de marina había sido desde mediados del siglo XIX invariablemente azul, imitando en un principio el modelo francés, para luego -tal vez hacia fines de la década de 1860- adoptar un estilo similar al británico, cambiando por supuesto, la corona por una estrella de cinco puntas en el escudo.

Esta prenda, que perteneciera a Felipe Wiegand Rodríguez (1880-1860), fue usada por él mientras tuvo el grado de capitán de navío, hacia mediados de la década de 1920, pues a diferencia de lo que sucede hoy, los oficiales del rango inmediatamente inferior, es decir, los capitanes de fragata, usaban en la visera un bordado en forma de dientes de sierra. Actualmente, la hilera simple de hojas de roble,  es usada indistintamente por ambos grados.

Wiegand finalmente alcanzaría el grado de contraalmirante de la Armada de Chile.

Fabricada por la Army and Navy Co-operative de Londres, esta gorra está hecha completamente de paño, además de la visera de suela forrada y bordada. En la banda, una cinta de lana tejida sostiene el escudo, y en ese entonces, las gorras no tenían una funda de quitar y poner, pues para eso existía otra gorra, pero hecha de brin blanco.






Transporte "Aquiles"

El transporte AP 47 "Aquiles" era un barco mercante construido en Dinamarca y una vez adquirido por el gobierno chileno en 1967, se le rebautizó como "Aquiles", en recuerdo de una de las primeras unidades de guerra de la República, incorporada en 1825 cuando ya las campañas de independencia habían hecho tremolar el pabellón chileno en varios mástiles.

El AP 47 "Aquiles", en sus casi veinte años de servicio, llevó a cabo una incansable labor como transporte de la Armada, uniendo los diferentes puntos de la costa, especialmente en la zona austral y las posesiones insulares, como Isla de Pascua y el archipiélago de Juan Fernández.

Este modelo a escala, ejecutado en Coquimbo (1987) por el modelista naval Mario Álvarez -autor de numerosos trabajos en este arte- representa al "Aquiles" en escala 1:400 hacia mediados de la década de los años '80, destacando las embarcaciones menores, o "balleneras", en color anaranjado, tal como se estila en la navegación antártica, del mismo modo, y aún pese a estar pintado de gris, la nave no oculta sus líneas civiles en su casco y superestructura.








Pistola Astra 400 Modelo 1921

Dentro de la historia de las armas cortas o de puño en la Armada de Chile, el siglo XIX estuvo marcado por la incorporación de armas francesas, como los revólveres Lefaucheux, Galand y algunas versiones de los primeros fabricados en Bélgica, a los que se sumaron los Adams ingleses. 

A la incorporación de las primeras pistolas semiautomáticas de corredera como la Colt 1902, se incorporaron en 1930 las pistolas españolas Astra 400, las que fueron adquiridas en un número de 842 ejemplares. Estas pistolas habían sido desarrolladas por España para sus fuerzas armadas, incorporándose en 1921 en el Ejército; pese a que las adquiridas por Chile fueron destinadas a la Armada, no se incorporó el modelo "de Marina".

Fabricadas por Esperanza y Unceta en Guernica, las Astra 400 son una verdadera leyenda dentro de la industria armera española. Ocupaban un cartucho calibre 9X23 largo y podían llevar 9 tiros, uno en la recámara y ocho en el cargador, aunque podían disparar otros cartuchos calibre 9 mm..

La Astra era muy confiable, pues a la simpleza de su mecanismo, podían desarmadas con cualquier objeto metálico -como una moneda por ejemplo- o bien, con el giro del cañón al recoger la corredera. El arma tiene además dos seguros, uno en el lado izquierdo, y el otro, en la empuñadura, siendo imposible que el arma se dispare al caer accidentalmente.




Ventanilla expulsora, Nº de serie 36596
Detalle superior de la corredera con el grabado MARINA DE CHILE

Marcas de fábrica. La B bajo una estrella denota su año de fabricación: 1928



Detalle de la empuñadura. En la parte posterior, el seguro que permite el disparo sólo cuando se oprime con la mano

Muchas pistolas Astra fueron recicladas a medida que se deterioraban sus componentes. Nótese la diferencia entre los números de serie de la corredera y la empuñadura: 36596 y 37120

El sable del capitán Orella

Hacia mediados del siglo XIX el sable naval chileno adquirió su forma actual, aún cuando a través de estos años haya sufrido algunos cambios morfológicos que prácticamente no haya una pieza igual a otra. Uno de los primeros sables de la marina chilena en ser fabricados en serie fue el modelo realizado por la casa Pülschen & Weber, sastrería y proveedora de artículos militares que funcionó casi toda la segunda mitad del siglo antepasado en la calle San Juan de Dios, calle que hoy se llama Condell y que había recibido ese nombre al haber estado ahí el hospital San Juan de Dios.

El modelo de Pülschen &Weber fue muy común en los oficiales que ingresaron al servicio hacia la década de 1860, de hecho, Arturo Prat usó el sable porteño, que hoy se conserva en la Escuela Naval. Es muy probable que los fabricantes hayan importado las hojas para sables y el guardamanos haya sido de manufactura local, a juzgar por las terminaciones menos cuidadas, si es que se le compara con los modelos de fines del siglo XIX o bien en los ingleses contemporáneos. Un elemento que destaca es el pomo con cabeza de águila, en lugar de la cabeza de cóndor reglamentada en 1866, lo que sin duda se debe al desconocimiento del artesano que la modeló de cómo era un cóndor, cosa no rara para la época.


Sable modelo Armada de Chile para oficiales y jefes, vistas laterales

Este sable perteneció al Manuel Joaquín Orella Echánez, oficial natural del puerto chileno de Caldera, donde había nacido en 1852 y que con diez años ingresara a la Escuela naval, graduándose en 1866 como guardiamarina sin exámen. Con una breve participación en la Guerra con España, Orella -ya como teniente 1º- se encontraba como oficial de la goleta "Covadonga" en 1879, participando en el combate naval de Iquique y Punta Gruesa el 21 de mayo de ese año, ocasión en que ofició de cabo de cañón de uno de los cañones de la nave, lo que le valió su ascenso a capitán de corbeta para asumir luego de dos meses el mando de la "Covadonga", buque con el cual participó en las acciones de Angamos, Pisagua y en el desembarco de la artillería en Ite, maniobra que dirigió en persona. En diciembre de 1880 tomó el mando del "Amazonas" y enviado a Panamá, no obstante tras ser afectado por el paludismo, debió desembarcar en Guayaquil, donde murió víctima de la enfermedad en marzo de 1881.

Probablemente, la casa Pülschen & Weber de Valparaíso nunca dimensionó que de sus escaparates salieron los sables que se batieron en las batallas navales más importantes de la historia chilena...

Detalle del pomo
Empuñadura. Nótese la estrella de cinco puntas sobre el ancla
Proof mark. Inclusión de bronce certificando control de calidad

Marca del fabricante en el ricaso: Pülschen & Weber Valparaíso

Vaina con el nombre del fabricante. Nótese las tres líneas paralelas características de los sables para oficiales y jefes. Los almirantes tenían la vaina decorada con volutas semejando hojas de acanto 








La Alianza Americana de 1866

A la guerra librada contra España en 1865, usualmente se le conoce en Chile como la "Guerra contra España", lo que muchas veces oculta su real dimensión, y que fue una contienda librada entre la antigua metrópoli y sus dominios ultramarinos, entonces ya independientes. 

Una vez que estalló el conflicto entre el Perú y España, Chile se plegó con su vecino del norte, haciendo lo mismo Ecuador y Bolivia. La campaña se inició con el bloqueo español de los puertos enemigos, como El Callao, Valparaíso, Coquimbo y Lota, este último de gran importancia por las minas de carbón, combustible esencial para los barcos de guerra, y dicho sea de paso, uno de los detonantes del ingreso de Chile a la guerra al negar el abastecimiento de carbón a la flota hispana.

Tras algunas escaramuzas navales como la captura de la "Virgen de Covadonga" y el cañoneo en Abtao, los españoles decidieron realizar una acción punitiva sobre el puerto de Valparaíso, bombardeando la plaza el 31 de marzo de 1866 y luego, el 2 de mayo, hacer lo mismo con El Callao, que a diferencia de su símil chileno, estaba fuertemente artillado. Tras una dura resistencia chalaca, la flota peninsular debió retirarse con serios daños, alejándose de las costas sudamericanas. Tras un receso, la paz finalmente fue firmada en 1871.

Para conmemorar la campaña, el gobierno peruano encargó en los talleres de Harry Emanuel en Londres una medalla de cobre de 75 mm de diámetro titulada ALIANZA AMERICANA MDCCCLXVI, habiendo realizado cuatro ejemplares en oro para los presidentes de los cuatro países involucrados, tal como lo señala el periódico británico "The Art Journal" de 1871, que da cuenta de la exhibición de éstas y señalando a Harry Barrett como diseñador y grabador de la medalla.

En el anverso, cuatro figuras femeninas vestidas con atuendos de guerreros griegos, representan a cada una de las cuatro repúblicas y con elementos distintivos de cada país. De izquierda a derecha, Perú, Bolivia, Ecuador y Chile, forjan sus espadas en una fragua sostenida por dos cisnes; abajo, un escudo orlado con ramas de palma y laurel, simbolizando la gloria y la victoria.





En el reverso, dos figuras femeninas representan a Chile y Perú (que The Art Journal erróneamente identifica como la Libertad y la Justicia), las dos repúblicas que llevaron el peso de la campaña, que expulsan a la flota española que dispara sus cañones sobre El Callao, que también se bate incesantemente, formando todo el conjunto, un resumen casi perfecto de cómo los aliados sudamericanos sintieron que eliminaban así todo intento de ser reconquistados, aún cuando nunca fueron esos los planes de la corona española.

Rescatada en el campo de batalla

Durante la Guerra del Pacífico, el marinero 2º Juan Bautista Jara Aros pertenecía a la dotación de la cañonera “Magallanes”, buque en el cual hizo toda la campaña, participando en los bloqueos de Iquique y Mollendo, además del desembarco en  Pisagua y en las batallas de Chorrillos y Miraflores. 


El 11 de agosto de 1967, su hija, la señora Laura Jara Parada -entonces residente en Viña del Mar- decidió donar al entonces Museo Naval una bandera chilena, recuerdo de la participación de su padre en la guerra. Según su relato, el marinero Jara recuperó esta bandera chilena en pleno campo de batalla, cuando un soldado peruano intentaba romperla, razón por la cual le guardó mucho aprecio hasta el fin de sus días. Pese a que no quedó testimonio en qué combate obtuvo el pabellón, es probable que haya sido en Pisagua, cuando varios marineros de los botes de la Escuadra combatieron en la playa, integrándose a las fuerzas de desembarco.

De haber sido obtenida en Pisagua, que es lo más probable, no tenemos certeza que el soldado al cual Jara le arrebató el emblema haya sido peruano, pudiendo haber sido también boliviano, dada la multiplicidad de uniformes en las tropas aliadas. Por otra parte es posible que la bandera haya sido de uno de los botes que desembarcaron o hubiese sido propiedad de un soldado chileno caído en la acción, pues muchos combatientes llevaban sus propias banderas para tener la posibilidad de ser el primero en enarbolarla en una posición ocupada.

Esta bandera fabricada en lanilla y preservada hoy en el Museo Marítimo Nacional, es uno de los testimonios de la participación de los marineros chilenos en la campaña de 1879.






Bandera chilena
143X90 cm
Lanilla cosida
Fabricación artesanal Ca. 1879




Hoyo en la lona

En la marina chilena existe un dicho: "hoyo en la lona", el que se emplea para rebatir a quien tras una serie de argumentos trata de justificar el incumplimiento de un objetivo. Su origen está en los blancos remolcados, que eran una embarcación provista de un bastidor con una lona sobre el cual se hacían ejercicios de artillería en la mar; naturalmente, sólo eran efectivos aquellos tiros que lograban perforar la lona, aún cuando el disparo cayese a centímetros del blanco, de ahí que, "hoyo en la lona" significa decir "no importa cuán cerca haya estado de cumplir la tarea, pero, no lo logró..."

Los blancos podían ser desde unos barriles con un bastidor improvisado, hasta una embarcación construida para tal efecto, la que era remolcada por otra que se hallaba -por supuesto- convenientemente alejada del blanco para no ser averiada por los disparos. El objetivo del remolque era agregar movimiento a este "enemigo" de entrenamiento.

En 1939 el capitán de navío -y futuro almirante- Horacio de la Fuente Valenzuela asumió como jefe del Departamento de Artillería Naval y luego como subdirector de la Dirección de Armamentos de la Armada, ocasión en la cual diseñó un blanco cuyo prototipo es este modelo a escala, que fue construido en febrero de 1941 por el Subdepartamento de Artillería Naval de Valparaíso.

El blanco fue efectivamente construido y empleado con éxito. Dada la existencia de una serie de objetos usados por el Almirante de la Fuente en la colección del Museo, se presume que este modelo le perteneció dada su condición de creador de esta embarcación. Así, tanto el Almirante, como el fabricante del modelo. sí  hicieron "hoyo en la lona".

Blanco de combate. Nótense las perforaciones en la lona para dejar pasar el viento y no servir de vela


Detalle de la proa y su cáncamo de remolque




El avispero del comandante de la "Virgen de Covadonga"

Durante el siglo XIX las armas de fuego encontraron un amplio mercado en el mundo civil. Por una parte, los adelantos técnicos permitieron una producción en mayores volúmenes, abaratando sus costos, pero más aún, fueron muy populares en las travesías por caminos rurales e incluso, para hacerse respetar. 

En un barco, ya fuese civil o militar, los oficiales solían portar sus propias armas, especialmente cuando bajaban a tierra en parajes lejanos y peligrosos, además de hacer prevalecer su autoridad ante eventuales motines o situaciones de riesgo, luego, no fue raro que oficiales navales contaran con armas personales destinadas originalmente al mercado civil. Este avispero forma parte de un conjunto de armas que pertenecieron a Luis Fery, comandante de la goleta española "Virgen de Covadonga", nave capturada el 26 de noviembre de 1865 por la corbeta chilena "Esmeralda" en el marco de la llamada "Guerra contra España" o "Campaña del Pacífico".

Esta arma es una de las primeras piezas en formar parte de la colección del Museo y cabe la posibilidad que haya pertenecido al almirante Juan Williams, quien había sido el captor del buque español como comandante de la "Esmeralda". 

Seis tiros en un momento

Los avisperos nacieron como respuesta a la necesidad de aumentar el volumen de fuego que no se alcanzaba con una pistola de fulminante tradicional; técnicamente no es un revólver, sino una pistola de cañones giratorios, los que se cargaban por la boca con pólvora negra y una bala esférica de plomo. El disparo se lograba una vez que se percutía el fulminante instalado en la parte trasera de cada cañón. Aún así, hay quienes ven en el avispero un antecesor de los revólveres modernos. 

Esta arma recibía el nombre de avispero, pues la gran cantidad de fuego daba la idea de un enjambre de avispas, mientras que en los países de habla inglesa era conocido como pepperbox, por su parecido a un molinillo para pimienta.

Este pepperbox está fabricado por Blunt & Syms, de New York, casa existente entre 1837 y 1855; a sus seis cañones de ánima lisa y de 3.5" de largo, se le agrega el disparador en forma de anillo y el percutor dispuesto bajo el arma. El calibre es .31 (7,5 mm)





Detalle de la ventanilla de carga de los fulminantes en la chimenea. Entre cada una de ellas hay una "pared" destinada a evitar que el fuego de la percusión encienda el fulminante vecino y provoque un disparo múltiple

Vista inferior, disparador en forma de anillo bajo el percutor. En la empuñadura, tornillo regulador de tensión del muelle real



La cafetera de la "Esmeralda"

Con frecuencia, se ha descrito la marina chilena del siglo XIX como extremadamente precaria, tal vez para realzar su participación en diferentes hechos de armas, como los combates de Papudo y Abtao, librados durante la llamada Guerra contra España, o bien los de Iquique y Angamos durante la Guerra del Pacífico en 1879.

Diversos vestigios materiales se encargan de desmitificar tal idea, pues pese a ciertas apreturas económicas, la Armada no dejó de lado la atención de ciertos detalles menos funcionales y derechamente decorativos e incluso, de lo que hoy se conoce como imagen corporativa.

La corbeta "Esmeralda", probablemente el barco más famoso de la marina chilena, tenía incluso servicio de mesa elaborado especialmente para ella e importado desde Inglaterra, tal como sucede con esta cafetera, grabada con la inscripción ESMERALDA / COMTE (comandante).

Fabricada en latón, presenta un plateado electrolítico, técnica desarrollada hacia la década de 1840 y el grabado ha sido realizado con la técnica del burilado, es decir, con marcas inscritas en el metal por medio de un buril o punzón de acero. La perilla de la tapa es de latón o bronce torneado  y es muy probable que no se trate del original.

Aviso de la casa Walker & Hall

Fabricada por Walker & Hall en Sheffield, Inglaterra, en su base tiene una marca que denota su fecha de fabricación, que corresponde al 16 de mayo de 1878 (para datar otros objetos con marcas similares, una excelente guía en el British Registry Design Number and date chart, por lo que todo indica que esta cafetera bien pudo no emplearse nunca a bordo de la Esmeralda y haber llegado para cuando la corbeta estaba en desarme o bien cuando ya había zarpado hacia el norte para no regresar más. Aunque no sabemos por tanto si el comandante Arturo Prat la usó, sí es seguro, es que en 1878, un anónimo artesano inglés, sin saberlo, grababa el nombre del buque más glorioso de la Armada de Chile.



Inscripción, detalle
Inscripciones en la base.

Sable de abordaje Pattern 1827

El sable naval chileno comenzó a adoptar su forma actual hacia la década de 1850. Los antecedentes más tempranos que tenemos de él se deben a algunas fotografías y al reglamento de uniformes de 1863; previo a esos años, los oficiales de marina se proveyeron de las armas blancas más cómodas a sus necesidades e incluso circunstancias.

El almirante Robert W. Simpson eligió como uno de sus sables, el Pattern 1827 de la marina británica. Simpson habría nacido en Inglaterra hacia 1798 o 99 y como varios de sus coterráneos, buscó suerte más allá de las islas británicas. Así, se estima que en 1818 llegó a Chile a bordo de la fragata "Rose", en el mismo viaje que trajo a Thomas Cochrane a Chile, de todos modos, desde 1821 figura oficialmente como miembro de la armada chilena. Participó activamente en la Guerra de Independencia, específicamente en la Expedición Libertadora al Perú. 
Robert Simpson hacia 1855. Fotografía tomada en Liverpool, Inglaterra.

Probablemente dos momentos de la historia de Simpson son los más destacados, siendo el primero la vistoria sobre la escuadra de Santa Cruz en Casma el 20 de enero de 1839, tal vez una de las últimas batallas de buques a vela, y por otra parte, el hecho de haber sido el verdadero "inspector técnico" en la construcción de la corbeta "Esmeralda" en Northfleet, Inglaterra hacia 1854-55.

Este sable corresponde a una versión cutlass o "de abordaje" del sable para oficiales modelo británico 1827. La hoja es ancha y provista de un nervio en el lomo, lo que le da solidez, especialmente para los golpes sobre la cabeza y los hombros del adversario; para los cortes punzantes, tiene un filo falso en el último tercio de la hoja.





Hoja grabada con el "nudo de los amantes" o "del amor verdadero", símbolo de origen celta y presente en algunos sables de fabricación británica.

Lado izquierdo de la hoja (detalle). Ancla enredada y corona naval burilada


Lado derecho de la hoja (detalle). Escudo británico.

 La empuñadura es de latón y tiene una cabeza de león en el pomo -presente hasta hoy en el sable para oficiales de la Royal Navy- protegiendo el puño forrado en piel de raya y amarrado con torzal de cobre. El guardamano posee un óvalo con un ancla y corona; posteriormente este emblema fue adoptado por la marina chilena reemplazando la corona por una estrella. La vaina es de cuero negro y la boquilla y contera -ambas de latón- tienen cuatro líneas paralelas, símbolo de los oficiales jefes y subalternos, lo que se mantuvo durante mucho tiempo en las vainas de los sables navales chilenos.

Guardamano con ancla enredada y corona


En la boquilla de la vaina tiene un seguro para afirmarlo a un tahalí y así colgarlo del cinturón sin preocuparse de la vaina en los abordajes.


El almirante Horatio Nelson abordando el "San José" en la batalla de san Vicente. En su mano, un sable de abordaje.