La Liffey
era una fragata británica de la clase Constance, al igual que sus otras cinco gemelas,
las HMS Constance, la HMS Arethusa, la HMS Octavia y la HMS Sutlej,
siendo ellas las exponentes de la última generación de veleros construidos para
la Royal Navy, las que sin embargo
fueron reconvertidas a la propulsión a vapor con propulsión de hélice, situación
que no fue inusual en la Europa de mediados del siglo XIX, donde las nuevas
tecnologías dieron paso a interesantes objetos de transición, tal como ocurrió
con las armas de fuego de cargar por la boca y reformadas a carga por la
culata.
Construida en 1855, la Liffey era por tanto la clásica fragata
de tres palos y artillería dispuesta en batería, es decir, colocadas en cureñas
de madera apuntando hacia los costados; se componía su armamento principal de treinta cañones,
con seis de 64 libras en la cubierta superior y el resto en la cubierta
inferior compuesta de cuatro cañones de 7 pulgadas de calibre y veinte de 8
pulgadas de retrocarga. Cargaba también dos de 12 libras y uno de 9, destinados
para las embarcaciones menores, además de otro de 12 libras usado como cañón de
desembarco, los que se sumaban a otro pequeño cañoncito de bronce empleado para
prácticas y con seguridad, señales. Pese a su aspecto anticuado, la Liffey cargaba artillería también transicional,
mezclando los antiguos cañones de ánima lisa, reformados a cañones estriados,
aumentando así su alcance y precisión.
Tomaso Di Simone, HMS Liffey. National Maritime Museum, Inglaterra. |
Junto a su buen estándar artillero, prestaba
excelentes servicios para mantener a las colonias de ultramar y pasear la
bandera del ya consolidado imperio marítimo británico, pudiendo llevar a bordo
cerca de quinientos hombres, casi la misma cantidad de hombres de la marina chilena hacia la misma
época. Precisamente nuestro país fue el último destino de la Liffey. Destinada a Coquimbo en 1878 como buque hospital de la Real Armada, su destinación era común, pues las potencias hacían respetar sus intereses a través de sus buques de guerra; así, en plena Guerra del
pacífico, Inglaterra, Francia y estados Unidos mantenían sus naves vigilantes
del escenario bélico. En esas tareas se encontró hasta 1903, pasando por
diversas manos hasta fondear en Mejillones y desguazada hacia 1930, iniciándose
una verdadera diáspora de sus componentes más característicos, amén de la
cantidad de muebles surgidos de sus maderas.
El Museo Marítimo Nacional conserva parte
de los cañones que llevaba como lastre, y el año 2013 recibió en donación la
cabeza de su mascarón de proa, tal vez uno de los elementos más simbólicos de
la nave. Éste tiene la forma de una mujer coronada por tréboles, en directa
alusión al río Liffey ubicado en Irlanda. Probablemente fabricada en madera de
alguna conífera, el mascarón fue pintado de blanco sobre sus tonos originales:
cabello rojizo-marrón, tez rosada y tréboles verdes. Con seguridad, un golpe
desplazó la pieza que forma su mentón.
Pese al paso del tiempo, conserva la belleza y delicada talla de su
autor.