Sable de abordaje Pattern 1827

El sable naval chileno comenzó a adoptar su forma actual hacia la década de 1850. Los antecedentes más tempranos que tenemos de él se deben a algunas fotografías y al reglamento de uniformes de 1863; previo a esos años, los oficiales de marina se proveyeron de las armas blancas más cómodas a sus necesidades e incluso circunstancias.

El almirante Robert W. Simpson eligió como uno de sus sables, el Pattern 1827 de la marina británica. Simpson habría nacido en Inglaterra hacia 1798 o 99 y como varios de sus coterráneos, buscó suerte más allá de las islas británicas. Así, se estima que en 1818 llegó a Chile a bordo de la fragata "Rose", en el mismo viaje que trajo a Thomas Cochrane a Chile, de todos modos, desde 1821 figura oficialmente como miembro de la armada chilena. Participó activamente en la Guerra de Independencia, específicamente en la Expedición Libertadora al Perú. 
Robert Simpson hacia 1855. Fotografía tomada en Liverpool, Inglaterra.

Probablemente dos momentos de la historia de Simpson son los más destacados, siendo el primero la vistoria sobre la escuadra de Santa Cruz en Casma el 20 de enero de 1839, tal vez una de las últimas batallas de buques a vela, y por otra parte, el hecho de haber sido el verdadero "inspector técnico" en la construcción de la corbeta "Esmeralda" en Northfleet, Inglaterra hacia 1854-55.

Este sable corresponde a una versión cutlass o "de abordaje" del sable para oficiales modelo británico 1827. La hoja es ancha y provista de un nervio en el lomo, lo que le da solidez, especialmente para los golpes sobre la cabeza y los hombros del adversario; para los cortes punzantes, tiene un filo falso en el último tercio de la hoja.





Hoja grabada con el "nudo de los amantes" o "del amor verdadero", símbolo de origen celta y presente en algunos sables de fabricación británica.

Lado izquierdo de la hoja (detalle). Ancla enredada y corona naval burilada


Lado derecho de la hoja (detalle). Escudo británico.

 La empuñadura es de latón y tiene una cabeza de león en el pomo -presente hasta hoy en el sable para oficiales de la Royal Navy- protegiendo el puño forrado en piel de raya y amarrado con torzal de cobre. El guardamano posee un óvalo con un ancla y corona; posteriormente este emblema fue adoptado por la marina chilena reemplazando la corona por una estrella. La vaina es de cuero negro y la boquilla y contera -ambas de latón- tienen cuatro líneas paralelas, símbolo de los oficiales jefes y subalternos, lo que se mantuvo durante mucho tiempo en las vainas de los sables navales chilenos.

Guardamano con ancla enredada y corona


En la boquilla de la vaina tiene un seguro para afirmarlo a un tahalí y así colgarlo del cinturón sin preocuparse de la vaina en los abordajes.


El almirante Horatio Nelson abordando el "San José" en la batalla de san Vicente. En su mano, un sable de abordaje.







Terremoto de 1939: la gratitud de Concepción

El 24 de enero de 1939, nuevamente un terremoto sacudió Chile. Con 8,3º Richter y con epicentro cerca de Quirihue, el llamado Terremoto de Chillán dejó en el suelo a Concepción, actual capital de la región del Bío Bío.

Pese a las dificultades logísticas de la época, el gobierno del presidente Pedro Aguirre Cerda, a poco de haber asumido su mandato, dispuso de todos los recursos materiales y humanos posibles, incluyendo por cierto a las fuerzas armadas. La marina, comandada entonces por el vicealmirante Julio Allard Pinto, ya mantenía en Talcahuano -ciudad vecina a Concepción- una de sus principales bases, con varios cientos de efectivos, repartidos entre las unidades del Cuerpo de Defensa de Costa, la Escuela de Grumetes, capitanías de puerto, además de reparticiones administrativas y de apoyo.

Personal naval entregando asistencia médica
Localidades cercanas a la costa como Penco, Lirquén, Tomé, Dichato, Coelemu y Rafael, recibieron el apoyo de la Armada. En Tomé, por ejemplo, el crucero Blanco Encalada, pese a contar ya con casi cuarenta años, puso a trabajar a sus panaderos noche y día para abastecer a la población. Sepultación de cadáveres, remoción de escombros, reposición de vías de comunicaciones y asistencia sanitaria fueron parte de las tareas asumidas por los marinos en la catástrofe.

La municipalidad de Concepción, como una manera de reconocer esta abnegada de labor, confirió una medalla a los miembros de las fuerzas armadas que tuvieron participación en el control de esta catástrofe. Esta medalla, un tanto desconocida hasta hoy, tiene en su anverso el escudo de armas de la ciudad penquista y en su reverso el motivo de su entrega; es de cobre y su cinta tiene los colores de la ciudad. 




Uno de los condecorados, y a quien corresponde esta medalla, fue Juan Quintanilla, quien terminara su carrera naval como suboficial artillero y que gracias a la donación que hicieron sus descendientes, podemos recordar a uno de los anónimos marinos que contribuyeron a poner nuevamente de pie a Concepción. 

En la batalla de Tacna

La Guerra del Pacífico, llamada también Del Nitrato o Del Salitre, fue un conflicto que en los tres países involucrados, movilizó a miles de hombre y mujeres al campo de batalla. En Chile, el combate Naval de Iquique, ocurrido el 21 de mayo de 1879, a poco más de un mes de iniciada la guerra, fue el incentivo para que varios se enrolaran en las filas del Ejército Expedicionario, compuesto de tropas del Ejército de Línea, de la Guardia Cívica, de tropas de marina e incluso de la policía.

Precisamente la Policía Municipal del puerto de Valparaíso sirvió de base para formar el Batallón Cívico Valparaíso, unidad activa durante la campaña de Tarapacá y Tacna o "Primera Campaña". En él, tomó parte el obrero de 18 años Enrique Rhodes Illescas, quien se enroló como soldado de la 4ª compñía, batiéndose en el desembarco de Pisagua (2 de noviembre de 1879), en la batalla de Dolores (19 de noviembre de 1879) y en la batalla de Tacna (26 de mayo de 1880), última refriega en la que participó su batallón antes de ser disuelto. Rhodes sobrevivió a la Guerra.

Común fue para la campaña que los soldados portasen banderas chilenas, ya sea como recuerdo de la patria lejana o bien para atribuirse la conquista de una trinchera, puesto de mando o la cima de un cerro defendido por tropas enemigas. Enrique Rhodes también llevó la suya, modestamente fabricada en sarga y con dimensiones cercanas a la proporción áurea, correspondiente al primer diseño de la actual bandera chilena, resultando un emblema más corto y con una estrella ligeramente inclinada, con uno de sus picos apuntando al vértice.



Rhodes además escribió en el campo blanco de la bandera el nombre de su unidad y la batalla en la cual la llevó consigo: TACNA, MAYO 26 DE 1880 / BATALLÓN VALPARAÍSO. Una vez vuelto a Chile, esta bandera se preserva hoy en el Museo Marítimo Nacional, donde fue donada el 31 de diciembre de 1957 por Marco Antonio Frías Gaymer.

Detalle del campo blanco

04-019
Bandera chilena
275X210 mm
Sarga cosida
Fabricación artesanal Ca. 1879