A la guerra librada contra España en 1865, usualmente se le conoce en Chile como la "Guerra contra España", lo que muchas veces oculta su real dimensión, y que fue una contienda librada entre la antigua metrópoli y sus dominios ultramarinos, entonces ya independientes.
Una vez que estalló el conflicto entre el Perú y España, Chile se plegó con su vecino del norte, haciendo lo mismo Ecuador y Bolivia. La campaña se inició con el bloqueo español de los puertos enemigos, como El Callao, Valparaíso, Coquimbo y Lota, este último de gran importancia por las minas de carbón, combustible esencial para los barcos de guerra, y dicho sea de paso, uno de los detonantes del ingreso de Chile a la guerra al negar el abastecimiento de carbón a la flota hispana.
Tras algunas escaramuzas navales como la captura de la "Virgen de Covadonga" y el cañoneo en Abtao, los españoles decidieron realizar una acción punitiva sobre el puerto de Valparaíso, bombardeando la plaza el 31 de marzo de 1866 y luego, el 2 de mayo, hacer lo mismo con El Callao, que a diferencia de su símil chileno, estaba fuertemente artillado. Tras una dura resistencia chalaca, la flota peninsular debió retirarse con serios daños, alejándose de las costas sudamericanas. Tras un receso, la paz finalmente fue firmada en 1871.
Para conmemorar la campaña, el gobierno peruano encargó en los talleres de Harry Emanuel en Londres una medalla de cobre de 75 mm de diámetro titulada ALIANZA AMERICANA MDCCCLXVI, habiendo realizado cuatro ejemplares en oro para los presidentes de los cuatro países involucrados, tal como lo señala el periódico británico "The Art Journal" de 1871, que da cuenta de la exhibición de éstas y señalando a Harry Barrett como diseñador y grabador de la medalla.
En el anverso, cuatro figuras femeninas vestidas con atuendos de guerreros griegos, representan a cada una de las cuatro repúblicas y con elementos distintivos de cada país. De izquierda a derecha, Perú, Bolivia, Ecuador y Chile, forjan sus espadas en una fragua sostenida por dos cisnes; abajo, un escudo orlado con ramas de palma y laurel, simbolizando la gloria y la victoria.
En el reverso, dos figuras femeninas representan a Chile y Perú (que The Art Journal erróneamente identifica como la Libertad y la Justicia), las dos repúblicas que llevaron el peso de la campaña, que expulsan a la flota española que dispara sus cañones sobre El Callao, que también se bate incesantemente, formando todo el conjunto, un resumen casi perfecto de cómo los aliados sudamericanos sintieron que eliminaban así todo intento de ser reconquistados, aún cuando nunca fueron esos los planes de la corona española.