El sable del capitán Orella

Hacia mediados del siglo XIX el sable naval chileno adquirió su forma actual, aún cuando a través de estos años haya sufrido algunos cambios morfológicos que prácticamente no haya una pieza igual a otra. Uno de los primeros sables de la marina chilena en ser fabricados en serie fue el modelo realizado por la casa Pülschen & Weber, sastrería y proveedora de artículos militares que funcionó casi toda la segunda mitad del siglo antepasado en la calle San Juan de Dios, calle que hoy se llama Condell y que había recibido ese nombre al haber estado ahí el hospital San Juan de Dios.

El modelo de Pülschen &Weber fue muy común en los oficiales que ingresaron al servicio hacia la década de 1860, de hecho, Arturo Prat usó el sable porteño, que hoy se conserva en la Escuela Naval. Es muy probable que los fabricantes hayan importado las hojas para sables y el guardamanos haya sido de manufactura local, a juzgar por las terminaciones menos cuidadas, si es que se le compara con los modelos de fines del siglo XIX o bien en los ingleses contemporáneos. Un elemento que destaca es el pomo con cabeza de águila, en lugar de la cabeza de cóndor reglamentada en 1866, lo que sin duda se debe al desconocimiento del artesano que la modeló de cómo era un cóndor, cosa no rara para la época.


Sable modelo Armada de Chile para oficiales y jefes, vistas laterales

Este sable perteneció al Manuel Joaquín Orella Echánez, oficial natural del puerto chileno de Caldera, donde había nacido en 1852 y que con diez años ingresara a la Escuela naval, graduándose en 1866 como guardiamarina sin exámen. Con una breve participación en la Guerra con España, Orella -ya como teniente 1º- se encontraba como oficial de la goleta "Covadonga" en 1879, participando en el combate naval de Iquique y Punta Gruesa el 21 de mayo de ese año, ocasión en que ofició de cabo de cañón de uno de los cañones de la nave, lo que le valió su ascenso a capitán de corbeta para asumir luego de dos meses el mando de la "Covadonga", buque con el cual participó en las acciones de Angamos, Pisagua y en el desembarco de la artillería en Ite, maniobra que dirigió en persona. En diciembre de 1880 tomó el mando del "Amazonas" y enviado a Panamá, no obstante tras ser afectado por el paludismo, debió desembarcar en Guayaquil, donde murió víctima de la enfermedad en marzo de 1881.

Probablemente, la casa Pülschen & Weber de Valparaíso nunca dimensionó que de sus escaparates salieron los sables que se batieron en las batallas navales más importantes de la historia chilena...

Detalle del pomo
Empuñadura. Nótese la estrella de cinco puntas sobre el ancla
Proof mark. Inclusión de bronce certificando control de calidad

Marca del fabricante en el ricaso: Pülschen & Weber Valparaíso

Vaina con el nombre del fabricante. Nótese las tres líneas paralelas características de los sables para oficiales y jefes. Los almirantes tenían la vaina decorada con volutas semejando hojas de acanto 








La Alianza Americana de 1866

A la guerra librada contra España en 1865, usualmente se le conoce en Chile como la "Guerra contra España", lo que muchas veces oculta su real dimensión, y que fue una contienda librada entre la antigua metrópoli y sus dominios ultramarinos, entonces ya independientes. 

Una vez que estalló el conflicto entre el Perú y España, Chile se plegó con su vecino del norte, haciendo lo mismo Ecuador y Bolivia. La campaña se inició con el bloqueo español de los puertos enemigos, como El Callao, Valparaíso, Coquimbo y Lota, este último de gran importancia por las minas de carbón, combustible esencial para los barcos de guerra, y dicho sea de paso, uno de los detonantes del ingreso de Chile a la guerra al negar el abastecimiento de carbón a la flota hispana.

Tras algunas escaramuzas navales como la captura de la "Virgen de Covadonga" y el cañoneo en Abtao, los españoles decidieron realizar una acción punitiva sobre el puerto de Valparaíso, bombardeando la plaza el 31 de marzo de 1866 y luego, el 2 de mayo, hacer lo mismo con El Callao, que a diferencia de su símil chileno, estaba fuertemente artillado. Tras una dura resistencia chalaca, la flota peninsular debió retirarse con serios daños, alejándose de las costas sudamericanas. Tras un receso, la paz finalmente fue firmada en 1871.

Para conmemorar la campaña, el gobierno peruano encargó en los talleres de Harry Emanuel en Londres una medalla de cobre de 75 mm de diámetro titulada ALIANZA AMERICANA MDCCCLXVI, habiendo realizado cuatro ejemplares en oro para los presidentes de los cuatro países involucrados, tal como lo señala el periódico británico "The Art Journal" de 1871, que da cuenta de la exhibición de éstas y señalando a Harry Barrett como diseñador y grabador de la medalla.

En el anverso, cuatro figuras femeninas vestidas con atuendos de guerreros griegos, representan a cada una de las cuatro repúblicas y con elementos distintivos de cada país. De izquierda a derecha, Perú, Bolivia, Ecuador y Chile, forjan sus espadas en una fragua sostenida por dos cisnes; abajo, un escudo orlado con ramas de palma y laurel, simbolizando la gloria y la victoria.





En el reverso, dos figuras femeninas representan a Chile y Perú (que The Art Journal erróneamente identifica como la Libertad y la Justicia), las dos repúblicas que llevaron el peso de la campaña, que expulsan a la flota española que dispara sus cañones sobre El Callao, que también se bate incesantemente, formando todo el conjunto, un resumen casi perfecto de cómo los aliados sudamericanos sintieron que eliminaban así todo intento de ser reconquistados, aún cuando nunca fueron esos los planes de la corona española.