De viaje

Pasajeros abordando el RMS Queen Mary
Pese a que el mar es el espacio natural de todo marino, la navegación a inicios del siglo XX no estaba exenta de incomodidades, más aún cuando debía transportarse un abultado equipaje. En el caso de los oficiales de la marina chilena, sus traslados, incluidos aquellos en que debían hacerlo en buques mercantes, incluían sus efectos personales y una interminable lista de artículos de su uniforme. Levitas, dormanes, pantalones, gorras, chalecos -casi todos ellos en versión paño azul marino y brin blanco- debían sumarse a otros efectos más delicados como el sombrero apuntado o bicornio, charreteras y el cinturón para el sable.

Para transportar estos artículos, existían cajas de hojalata pintada y forradas en terciopelo, resguardando su contenido de la humedad y del ajetreo del viaje, además, existían cajas para cada prenda y otras que permitían transportar todo a la vez.


Caja necessaire


Esta caja necessaire perteneció al capitán de navío Anselmo Carabantes Tomlin, oficial de la Armada en servicio hacia 1900 y le permitía llevar además, otros artículos de primera necesidad como los guantes, botones de repuesto, suspensores, colleras, medallas, puños y cuellos postizos y lo que requiriese para tener su uniforme en perfecto estado de presentación. En la etiqueta adjunta, al igual que en el transporte de pasajeros de hoy, da cuenta de su embarque en el vapor "Oroya" de la Pacific Steam Navigation Company -la PSNC- entre El Callao y Valparaíso.



El vapor "Oroya" de la PSNC